lunes, 27 de septiembre de 2010

Memoria

Jorge despertó medio borracho, el sillón estaba babeado y no le quedaba ningún cigarro.
Luego de unos minutos encontró su billetera detrás de un mueble y sus llaves en la cocina. Salió sin despedirse y montó su bicicleta. A ritmo torpe y peligroso se cruzó con quienes comenzaban el día. Sudando cerveza llegó a su casa no sé si completamente sobrio o más borracho y haciendo más ruido de lo que podía oír guardó la bici como pudo y se derrumbó en su cama.
Mientras el sol entraba por su ventana una pequeña pero molesta voz le contaba una historia de terror o un cuento de hadas. De a poco se iba hundiendo en un pozo girando lentamente, lentamente, muy lentamente. Y PAf!!!! El almuerzo estaba listo.

¿Qué hiciste anoche?

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Fauna

Mosaico naranja se cierran las puertas. Próxima estación: Alcántara.
¿A dónde va la gente? Miradas perdidas, trámites, lavar la ropa, comprar el regalo, ir donde Juanito, Escuela militar. Busco un alma igual en cada reflejo pero me ignoran o me apañan durante algunos segundos enrojecidos de vergüenza, por favor abordar el siguiente tren
¿Adónde va la gente? ¿a dónde va la colorina con una mandarina en el bolsillo de la mochila? Se cierran las puertas y no se dan cuenta que yo siempre observo mientras ella, chaqueta escocesa, descansa muy cansada y él habla y habla y habla y ese escucha y aquel lee. Ese me mira. Si usara audífonos no me daría cuenta. Cuidado con el cierre de puerta. Nadie usa la escalera antigua. Afuera es otro mundo

lunes, 29 de marzo de 2010

Deseo

Hacía mucho frío y no te diste cuenta. Dormías, como siempre, con la puerta del balcón abierta, pero esta ya no era tu casa y la temperatura no era la misma. Entonces te despertaste minutos antes del amanecer y la cerraste. Quisiste volver a dormir pero ya no tenías sueño, estabas cómodo, no tenías frío y la luz que entraba por la cortina de paja era maravillosa. Tampoco te levantaste en seguida. 
No tenias apuro.
De pronto la cama ya no la sentías cómoda, el sol salió por completo y las sábanas dejaron de ser suaves. Además tenías hambre. 
No disfrutaste la ducha pues estaba tibia, ni fría ni caliente. Pensabas si seguir bajo el agua o salirte de una vez por todas  entonces te asomaste por la ventanita del baño y viste como el vapor recorría los techos de lata y los edificios hasta abrirse camino hacia el mar. Qué ridículo sería ver tu cara mojada desde el puerto saliendo de una ventanilla en un océano de casuchas. Te secabas y pensaste en desayunar en el puerto. Mientras esperabas tu sándwich quisiste pasar unos días mas en Puerto Montt y buscar trabajo en algún barco oxidado, pero te embarcabas esa misma tarde.
La barcaza Puerto Edén se alejaba lentamente con la ayuda de unos diminutos y potentes remolcadores. Te viste haciendo ese trabajo, te viste con una gorra gris y siempre acompañado de un termo, te viste tomando una siesta en los días de tempestad mientras el puerto permanecía cerrado. Y te viste ansioso de cruzar el Golfo del Corcovado a las cuatro de la mañana, entonces te sentiste no tan al sur, pues la Antártica aun quedaba lejos. Tu no sabias si ibas a llegar. No tenías apuro.

jueves, 25 de febrero de 2010

Sofía 5

Sofía desayunó como si nunca hubiese comido. Cornflakes con leche fue lo primero, pues los prefiere cuando aun están crocantes en contraste con la cremosa leche entera, nunca descremada. Luego una montaña de huevos revueltos sobre dos láminas de queso en una hallulla no muy sabrosa. Bebió la naranjada de un sorbo sin saborearla y por orgullo se trago el amargo café adulto que nunca jamás en su vida le gustó. Casi sin pensarlo guardó la diminuta manzana amarilla, el yogur de vainilla y la mermelada de ciruela de hotel barato en el bolsillo del chaleco de lana gris que se compró en Puerto Montt, "para el almuerzo", con un solo pan con mortadela no podía satisfacer su apetito siempre voraz. Suspiró relajando su ahora hinchado vientre y observó rápida y cuidadosamente al resto de los pasajeros en el comedor: gringos ciclistas, familias, camioneros y mochileros, todos con cámara en mano queriendo capturar para sus amigos las vacaciones que tarde o temprano se les acabará. Mientras Sofía escarbaba una muela con su más afilado meñique en busca de una miga rebelde, pensó en lo ridículo de su oficio de fotógrafa en estos tiempos, de lo inútil que es ante una realidad inabarcable y en la coincidencia que su cámara esté fallando, sin embargo una foto es la única pista que posee de aquella gemela perdida. Luego de deshacerse de la miga volvió a echar un vistazo al comedor del barco y se preguntó a dónde va la gente, sin darse cuenta que ella tampoco conocía su propio rumbo.

Sofía 4

3 de febrero 2010

Es difícil para mi pensar que existen otros, que hay alguien que no soy yo, que si le hablo con sinceridad puedo recibir satisfacciones.
Fui atendida por Gonzalo, primo de un amigo, y su señora en Puerto Montt. Me reí con su Agustín de un año y compartí con los suegros de Gonzalo. Fue un comienzo raro para este viaje. Una transición mágica en un cálida casita en los suburbios de la ciudad con sillas finas, comidas elegantes y onces abundantes.
Pasé la noche en el sillón y no dormií mucho. Al día siguiente los suegros me fueron a dejar al puerto. Un cigarro tras otro y el barco no partía. Una hora en la cubierta y una lancha nos empujo para poder salir al mar. Me comí 2 panes con mortadela y al anoche me tomé una cerveza conversando con Ariel, un viajero solitario, de los que hablan. Mañana llego a Puerto Chacabuco esperando encontrarme con turistas alemanes o morenos pescadores alacalufes.
Acostada se siente el vaivén de Poseidón como nunca lo imaginé. Cierro los ojos intentando no marearme y solo veo su cara, la mía. Es difícil imaginar que en alguna parte de este fragmentado sur la pueda encontrar habiendo tantos espejos.

4 de febrero

Soñé que la encontraba atendiendo un café, una casita de madera con tejas de alerce pintadas de morado. Ella me servía un café, yo lo saboreaba con los ojos cerrados y al volver abrirlos me encontraba en su puesto con su delantal, atendiendo a un viejo.

sábado, 20 de febrero de 2010

Truco

Después de recorrer gran parte de la Carretera Austral llegué a Balmaceda, poblado fundado en 1917, le primera localidad de la Región de Aysen y orgullosa de poseer el único aeropuerto de aquella basta zona.
Sin embargo Balmaceda es un pueblo zombie, muerto y habitado, enclavado en un inmenso valle forrado de viento, sin atractivos turísticos ni estéticos. Sus 600 habitantes son tranquilos fantasmas de la pampa preocupados solo del mate, el truco y la TV. Llegué a esta villa al final de mi viaje y recién ahí comencé a desentrañar el verdadero secreto de Aysen: la tierra de la naturaleza, la selva que solo puede ser habitada por primitivos Chonos canoeros desnudos, última región poblada y la primera en desgracia. Balmaceda, en franca decadencia, me mostró, casualmente celebrando su 93º aniversario, lo que significa el capitalismo, la patria y la falta de sabiduría. Balmaceda es un pueblo feo y bello, pobre, triste y tranquilo junto a la modernidad del aeropuerto tercermundista, donde viajeros franceses e israelitas desembarcan deseosos de de conocer el Ventisquero Colgante, la Catedral de Mármol, la Piedra Enclavada, pescar una trucha gigante y andar en kayak sin percatarse que a escasos metros de la cafetería del aeródromo, en la Brigada de Incendios, la junta de vecinos realiza una Mateada Familiar cumpliendo con el programa de la Semana de Balmaceda. Entre cigarros, mermelada de frambuesa, galletas, pan amasado y calzones rotos, se discute quien será la Reina y si el partido de fútbol se juega hoy o mañana; la orgullosa villa realiza la fiesta para sí misma, sin concesiones a turistas y lejos de la pirotecnia de las famosas fiestas costumbristas de los poblados más visitados. Balmaceda se aferra a la pampa para no desaparecer, aunque todos sus habitantes sospechan que así debería ser. Mientras tanto Mirna insisite en construir un restaurante y un hotel viendo cómo el vuelo 086 rumbo a las ciudades de Puerto Montt, Temuco, Concepción y Santiago despega.

viernes, 12 de febrero de 2010

Espectros

¿Cuantas mujeres me miran en la calle?
Si por cada mirada pudiera atrapar sus almas y utilizarlas cuando me convenga, sería entonces inmortal.

¿Cuantas mujeres tienen mi vida? ¿Cuantas veces me han robado a través de del reflejo del metro absorbiendo mi energía como una pila que lentamente se carga durante la noche?

martes, 5 de enero de 2010

Ecolocalización

La Perseguí hasta acorralarla en un rincón de la piscina. Ella muerta de vergüenza pero con ganas de más ¿y a mi qué? es que Gustavo y todos los demás me están mirando ¿y a mi qué?
Como una trampa para osos mis piernas aferraban las suyas frotándolas libidinosamente bajo el agua. Yo tiraba hacia abajo y la Gaby se agarraba del borde de la piscina. Dale que dale y se soltó, es que mi hermano  me está mirando ¿y a mi qué? La Gaby quería seguir jugando, no lo podía ocultar a pesar de sus palabras de cobardía, y no te voy a devolver los lentes. Entonces, de no se dónde sacó una moneda de cincuenta pesos, la voy a tirar y el que la encuentra primero gana. Es astuta la mina. Me sumergí e intenté dar con el tesoro tanteando el fondo a ciegas, no quería chupar cloro por los ojos. Al rato me aburrí de la excusa; sin salir a la superficie fui en busca de la Gaby para manosearla sin culpas y darle un beso sin que Gustavo y todo el mundo la mirara. Placer fugaz, si no botay el aire no nos vamos a hundir, Gaby. Un, dos, tres, de nuevo bajo el agua: ridículo, jamas romántico. Fue divertido. Luego me alejé rozando el fondo hacia el otro extremo de la piscina, me salí, le lancé los lentes, me tomé una cerveza, comí las sobras del asado y fumé con mis amigos sonriendo victorioso.
Al cabo de tres cuartos de hora la vi volver al agua. Yo me zambullí salpicando con escándalo en medio de una conversación y comencé a buscar la moneda. Me hundí lo que más pude mirando hacia la superficie, esperé unos segundos y cuando la vi pasar sobre mi, la agarré bien fuerte de la cintura y la besé. Me alejé en dirección contraria, al emerger la Gaby se reía frente a mi. Pancho, me confundiste con la Pía, la Pía, la Pía ¿quién es la Pía? miré hacia atrás y vi a la flaquita nadando de aquí p'allá como medallista olímpica.
La Pía, hablé con ella hace un par de horas, filósofa, increíble, no podía aburrirme de ella. Contar ideas, sensaciones, no historias, algo así hablábamos y luego Pancho, no te sientas obligado a quedarte acá y hablarme. ¿Que podía hacer yo? sonreír, sonrojarme, balbucear, vacilar e irme avergonzado de no se que. Y la Pía seguía su rutina de ejercicios náuticos mientras la Gaby se reía y flotaba deseosa de ser manoseada una vez más. Una vez mas como si nada hubiese pasado y ¡Paf! ¡alguien se cayó! la Fran! doy mi vida a que fue la Fran. Me asomé y la Fran chorreaba chocolate por todos sus poros entre dolor y risas. No se acordaba de nada y se mantenía tranquila por la anestesia del pisco. Charlé con ella entre cigarros y bromas hasta que llegó la hora de irse. Sin noticias de la Gaby me puse a ordenar hasta que la vocecita de la Pía me interrumpió: ¿te ayudo Pancho? ¡pero si la vi irse con su novio hace un buen rato...! agradezco tu iniciativa, pero ya estoy listo.
Dormí en el auto. Fue un buen día. ¡Ja, la Fran! No me puedo olvidar de la Pía

Hielo

A pesar de la infinita oferta urbano-natural que ofrece la ciudad, sumado a nuestros intentos de recorrer cada rincón, desde el más romántico hasta el más repugnante, la plaza Inés de Suarez siempre fue un punto de encuentro recurrente, porque está junto a la ciclovía, porque ahí nadie webea, porque el barrio es lindo o porque sí. Revolcarse en el pastito y pegarse un siestecita bajo un plátano oriental junto a Julia era lo máximo. Un sixpack de Escudo. Yo traje unos sándwich ¿y tu? La Julia se esmeró con una ensalada de frutas y una especie de panqueque delicioso. La comunión intercambiando alimentos, unos pititos pa pelar el cable y te traje el mp3 con los parlantes para mostrarte mis canciones favoritas. Los tordos revoloteaban juguetonamente como pichanga de recreo, algunos escolares peloteaban en serio y otras parejas intentaban imitarnos. Perfección.
Hace ya mucho tiempo que nos estoy con Julia pero siempre le propongo unas chelas en la plaza ¿aperray? El destino pone trabas y le reunión nunca se concreta. Un miércoles nos ponemos de acuerdo y ambos podemos, esta ves si que si, pero la primavera nos trae granizo; en medio de una soleada y optimista semana el agua, fuente de vida, se hace hielo. Relámpago anuncia el llanto con un destello rompecorazón y Trueno raja las nubes como reventando una bombita de agua. Al rato sale el sol, pero el pasto ya esta mojado. La espero media hora con mi ultimo cigarro sentado en la fuente vacía de la plaza. Luego me voy al paradero mirando de reojo hacia atrás.