miércoles, 27 de agosto de 2008

Sopaipilla pasá

Cuando llueve el agua no tiene por donde escurrirse, entonces fluye por el pavimento resignándose a jugar en cada esquina. Un niño con botas azules la patea en un semáforo en rojo esperando a que llore con más fuerza, pero el agua lo esquiva salpicando su sopaipilla con mostaza. El niño chilla y moquea al perder su aceitoso alimento. Su padre enfurecido por tal escandalo tironea del brazo del infante al ver la luz verde. El niño grita mientras su hombro se disloca. El hombre, arrepentido, corre con el niño gritando en brazos hasta una mojada y atestada posta central.

viernes, 22 de agosto de 2008

Guatita llena, corazón contento

Entre la muchedumbre y la velocidad una pareja avanza a paso lento. Caminan por Matucana sin dejar de mirarse. Sus narices frías se topan a ratos. Recorren la Quinta Normal en busca de sombra y tranquilidad. Se acuestan bajo un árbol, ella descansa su cabeza en el pasto mientras él se acerca hasta sentir el calor de su aliento. De pronto un paseante deja caer medio sándwich de jamón y ambos quiltros se lanzan al ataque disputándose el preciado manjar. Tras unos enfermizos ladridos y un par de mordiscos el semi puddle se traga el jamón olvidando que deseaba aparearse

miércoles, 6 de agosto de 2008

Erotismo

A diferencia del animal que vive en lo inmediato, el hombre tiene una conciencia diferenciada tanto de sí mismo como de su entorno, es decir, sabe que es y que no es, por lo tanto establece en su mente una jerarquía en el orden de los elementos. En la punta de esta pirámide se encuentra él mismo, superado solamente (y no siempre) por la idea de lo divino. Luego, hacia abajo, aparecen los bienes materiales, los alimentos, los animales, los vegetales y las rocas.
Esta estructura de pensamiento, que en mayor o menor medida todos tenemos, nos aleja de la inmortalidad, pues al establecer jerarquías dejamos de ver la naturaleza y nuestro universo como un solo ente vivo, nos alejamos del mundo sintiendo como resultado una soledad que físicamente nos enferma y mata.

En la antigüedad, la humanidad comenzó a mirar al cielo en busca de Dios porque no lo encontraba en la tierra. Su rutina de supervivencia y comodidad la habían alejado de la naturaleza. Es por eso que apareció un sistema por el cual, sin dejar de lado los logros obtenidos en materia y conocimiento por generaciones y generaciones, la humanidad podía acercarse a lo divino y volver a unirse con la naturaleza. Se trata de la fiesta ritual y el sacrificio.
Durante la fiesta ritual se levanta la prohibición de sobriedad y abstinencia que nos han encaminado a la "superioridad". Entonces despertamos nuestros instintos animales más placenteros: el hambre, la sed, y el deseo sexual físico. La humanidad vuelve por un instante a ser feliz al quitarle importancia a lo productivo y privilegiar el contacto con las cosas, todo esto mediante el acto del sacrificio: se toma un objeto útil, ya sea comida o una vida animal o humana, y se entrega a los dioses, se destruye. Entonces se restablece el orden, desaparece la jerarquía. El objeto deja ser útil y pasa a ser simplemente "cosa". Es en ese instante en que los que participan del ritual se dan cuenta que también son "cosa" y al establecer una igualdad entre ellos y el resto del universo, dejan de necesitar y comienzan a compartir. Las prohibiciones de nuestra sociedad, enfocadas en asegurar la correcta productividad y el consumo de los "bienes", nos alejan de la felicidad. Estas prohibiciones consisten básicamente en negar nuestra animalidad. Nuestra especie se acerca a lo divino sólo mediante la transgresión de esta prohibiciones.
Si cambiáramos nuestro estilo de vida, no sería necesario recurrir a estos métodos. El tiempo dejaría de dividirse entre sagrado y profano y sería simplemente eterno.

lunes, 4 de agosto de 2008

Connotación (cuando nos vamos de copas la hacemos tranqui)

-¿Y si vamos a ver el eclipse de luna?
-¿Vamos? No hay que ir a ningún lado, se puede ver en cualquier parte.
-Pero si no vamos no tiene gracia, vamos como si fuera una obra de teatro
-Pero con unas pilsen
-Y unos cuetes
-¡Seeeeeeeeee!
-Vamos al balcón…


-Se está poniendo como roja la luna
-Sí. ¿Préstame fuego?
-No tengo
-¿Y los fósforos?
-Puta se acabaron, anda a la cocina.

-No habían
-¿Cómo los prendiste?
-Con la… puta esa weá que sale fuego, los quemadores de la cocina.
-Ahhh

-Timbre
-¿La dura? no escuche ni una weá, voy a cachar

-Wena loco, llegaste juste a tiempo
-Tu cachay, manso olfato que tengo,
-Sipo, el eclipse esta empezando y recien empezamos a quemar…

-Y ahora llega cualquier weón y regalamos copete hasta al weón que toco la weá de pandereta.
-¿Qué chucha dijo este weón?
-No sé lo único que caché fue “pandereta”.
-¿Quien chucha es el weón de la pandereta?
-Este weón habla puras weás
-Puta filo wom, la weá es que no queda copete y yo ya puse como 3 lukas y no estoy ni ahí….
-¡Yaaa! Cagao cuilao yo voy a comprar, que tanta weá.
-¡Alguna vez que te rajís!
-¡Ahhh como que nunca me rajo! La weá es que nunca tengo.

- O sea como distinguir si los 50 fueron así o no?
-Puta quien sabe, a lo mejor , es la falsedad de lo comerciales, capaz que en verdad la gente no usaba esas weas. O salia una guitarra electrica como si fuese una marmicoc.
-Demas, yo no me imagino una banda de garage en esa época, como parece tan mamones…

-¿Y este weón donde anda?
-Pffffffff se fue hace rato.
-¿Cuando?
-Ahhh no coachaste porque estabay en la cocina bajoneando.
-No teniay ni una weá, me tuve que hacer una "pasta 3 minutos".

-Yo weon, yo cacho que vo deberiay haber estudiado otra cosa.
-¿Cómo que?
-Puta no se, en verdad no deberiai haber estudiado ni una weá.

-Ya loko me voy
-Pero ¿y el ecilpse?
-Aweonao, es es el sol.
-Ahhhhh, wena no había cachado, ya loko, nos vemos mañana, o sea mas rato.
-Sipo, su tarde de chelas, ya chao.