lunes, 27 de agosto de 2007

Cotidiano

Hay canciones que suenan como canciones. La mayoría.
Hay canciones que no suena, dejan de ser música y se convierten en un tic-tac arrítmico para la mayoría pero sincrónico en la estructura personal. Es como una carretera del sur, aquella vena escaza de vehículos pero con abundancia de ruidos. Ruidos del bosque, ruidos del viento, ruidos de animales, ruidos de fantasmas y el aporte de un solitario mochilero vagabundo trotamundos. Sombra caminante que se confunde con el paisaje, Sombra no sabe que es paisaje y que es gente. Sombra a caminado tanto que sus pies son parte del asfalto y de la tierra. Los animales son visitas ilustres cuando entran en el metro cuadrado de Sombra; él los hace pasar con cortesía, conversan de todo un poco y los despide con delicadeza, exceptuando los momentos en que le ofrecen un asado.

Sombra respeta a los fantasmas porque saben mucho de la vida y la muerte y de otras cosas más. Él intenta hablar con los espíritus, pero en general ellos no quieren, están ocupados en asuntos muy importantes que no pueden dejar pendiente, por lo tanto Sombra prefiere no entrometerse y confiar que algún día un ánima se dará el tiempo de conversar y revelar algún secreto tenebroso.

Hoy Sombra se encuentra en algún lugar de Tierra del Fuego esperando a que le salgan membranas entre los dedos para poder nadar mejor entre las islas.

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