miércoles, 19 de agosto de 2009

El almacenero

La 401 llegó a mi parada justo cuando estaba en el último párrafo del capítulo, puedo terminarlo después y empezar a caminar por Pedro de Valdivia, convirtiendo los adoquines rebeldes en un paseo por la galería de mis pensamientos. Ya sabía lo que iba a ver, qué sucedería, qué paisaje se me presentarían y qué actores protagonizarían la escena esperando recibir telepáticamente mi libreto. El lustrabotas lamía el viejo zapato de un viejo barbón que leía quien sabe que panfleto marxista. Semáforo en rojo y un piño de peatones retaba la suerte cruzando Providencia antes de brillar la verde. Los empleados del Shop Dog sacaban las mesas a la calle y las decoraban con manteles rojos, intentando, ante la mirada de una fumadora viejita que ya se había sentado, dar un toque de café literario a su servicio de comida chatarra. En el Starbucks una fila de abogados, arquitectos, oficinistas y estudiantes de periodismo esperaban su desayuno mientras un empleado subía una escalera que venía del subsuelo anudandose el delantal verde. Yo no podría efectuar semejante operación con éxito inmediato, aquel cafetero dominaba su trabajo. El Pollo Valdivia, cerrado como de costumbre, ese polloconpapasfritas que debería devorar algún día de estos. Cruzando 11 de Septiembre, qué nombre para una calle ¿no?, el rebaño humano se introducía en el corral del paradero mediante la guía de pastores contratados por el Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones. No voy a tomar una segunda micro si tengo que caminar menos de un kilómetro. En esa misma vereda un carrito blanco mostraba juguitos en caja y sánguches envueltos en nylon mientras el vendedor extraía del interior del carrito un hueso de chancho con algo de carne y mucha grasa colgando, le sacaba una tajada y le preparaba otro pan a una universitaria gordita con ese delicioso sabor a calle sucia, aunque yo prefiero las sopaipillas. Que profesiones ¿no? Chef Callejero, Doctorado en Cafeína, Técnico en Betún para Zapatos, Ingeniero en Transportes, eso no se estudia en la Universidad de las Ciencias de la Informática de la vereda de en frente, la casa del futuro desempleo humano. Pero yo con empleo, reflejando esa cara, como la de un niño que tiene ganas de hacer caca y no tiene ningún baño cerca; esa expresión que mezcla el dolor intestinal con la certeza de que tarde o temprano efectivamente se hará caca en los pantalones. Y que empleo empleo ¿no?, rutina que me engorda y mata. Podría pedir asilo político en la Embajada del Uruguay, irme a Montevideo y empezar una nueva vida, o refugiarme en el consulado Chino, ir al oriente donde, dicen, está el futuro. Que curioso ¿no? La República Oriental del Uruguay y la China frente a frente, pero ¿por qué no tiene brazos esa estatua? Es Galvarino. Más bien debería representar a un guerrero charrúa y no mapuche. Charrúa, uruguayo, me gustan esas palabras, suenan a otro significado. Peruano se me hace como cuello, Uruguay es sombrero y oligarquía suena camisa grande. Debería escribir un diccionario y hacer clases en el colegio de las Monjas Argentinas, podría engancharme con alguna alumna o una Sister y luego ser expulsado por la Madre Superiora. Y el quiosquero ¿le venderá cigarros a las alumnas? No tiene pinta de quiosquero, quizás heredó el oficio de su madre, esa que a veces me atiende con mala onda, mal olor y falsas cejas mal dibujadas. Que aburrimiento ¿no? Fumar, contar el vuelto, leer el diario, contar el vuelto, comprar un cafecito en el negocio de al lado, contar el vuelto, cerrar el quiosco y contar las ganancias. Sí, yo podría ser quiosquero, o almacenero en un pueblo chico y abastecer de tallarines, conservas, jabón en polvo, devedés vírgenes, pilas, vino, fiambre, ollas, pelotas de futbol, pistolas de juguetes, joyas baratas, cartulina y la revista del mes pasado a toda la comunidad de Cochamó, lejos del palacio de la municipalidad, que lindo barrio ¿no?, con esas casa antiguas, aquel edificio rosado de la esquina, calle Mar del Plata, una vez estuve en Mar del Plata y no se si me gustó, casa 1966, timbre, ensayar cara de productividad y a trabajar.

5 comentarios:

unavivian dijo...

Quiero una cara de productividad! para tener un trabajo cool como el tuyo, porque lo es, ¿no? :D

unavivian dijo...

de verdad queris saber que cuento o lo dices de cortés?

playstorias dijo...

Lograr que la rutina, el sempiterno trayecto diario del común ciudadano se transforme en un mundo propio, reflexivo y, porque no decirlo si se plasma en el texto: "narrativo", permite conectarse, sentir empatía y volver a esa calle para observar... Ver qué pasa y reemplantar.

Cada día más acertivo en tus relatos, querido Sancho. Pequeñas falencia sintácticas y ortogríaficas, para publicar.

Yomi.

unavivian dijo...

¿sueles ser violento?

unavivian dijo...

concordamos con que es una palabra linda. Me gusta.