martes, 8 de marzo de 2011

Tongoy

Sucre es una ciudad blanca, antigua y moderna, como una radio a tubo bien conservada. Los niños juegan con espuma "Rey Momo" y hay que estar atento porque en cualquier esquina se puede ser victima de una emboscada de agua desde algún auto o balcón. Una pequeña niña armada con la ultima tecnología lanza agua con estanque de reserva en la espalda y doble cañón puede arruinar tu ropa recién lavada. Sin embargo en Oruro las preocupaciones son otras. A una semana del inicio del carnaval, el gremio de transportistas amenaza con impedir el desarrollo normal de dicho evento si no se atienden sus alegatos: mantener el alza de las tarifas (50 centavos más para el boleto de micro). Pero pareciera no importarle a la gente, cp,p si consideraran infantiles o falsas las amenazas de estos trabajadores. En el viejo, sucio e hiperquinético Oruro nadie puede luchar contra el rito religioso. El mercado rebosa de productos imprescindibles para fusionar tiempo sagrado y profano en un solo momento místico: fuegos artificiales, máscaras, vírgenes, santos, bombos y zampoñas. Ya se siente el olor a fiesta, pero aun no hay turistas. Las distintas escuelas y agrupaciones ensayan durante las noches acaparando plazas y compitiendo entre ellas, sobre todo agrupaciones de jóvenes orgullosos de su cultura, cantándole al amor en un trance murgero.
el tiempo en Bolivia se nos acaba y Oruro tubo que ser desechado. volvimos a La Paz y vimos a los transportistas hacer de las suyas: tenían bloqueos en el camino, barricadas y neumáticos encendidos, vimos a unos hombres apalear a un temerario taxista que decidió trabajar, nos apedrearon el bus y paramos en el camino, lejos del terminal.

En La Paz, ruidosa y vibrante, nos encerramos en la burbuja turista. Compartimos pieza con unos chilenos recién llegados (se dirigen al carnaval de Oruro) en el hostal Paris y carretiamos al ritmo del ron "Boca Rica" (16 Bolivianos, unos 1000 pesos).

Luego de dos maravillosos días al pedo nos fuimos a Copacabana, ciudad preciosa, donde el ladrillo desnudo sí alcanza armonía con la arquitectura colonial. allí los hippies venden sanguches y caipiriña para extender su estadía a orillas del infinito Titicaca. Y por supuesto fuimos a la Isla del Sol. Un bello oasis turistico pero sin magia. Las ruinas incas no hacen más que coronar un adorno, un cenicero o una concha con ojos de plastico en cuya base se puede leer "recuerdo de la Isla del sol". Sin embargo la tradición Mitimae está presente ahí: aymaras orgullosos de su pasado inca.
Volvimos a Copacabana. Tomando una cerveza en el Kiosco Carmencita a orillas del Titicaca el Palomo me comenta que Copacabana es igual a Tongoy, en eso llegan dos borrachos montados en una bicicleta, saludan a Carmencita y le piden 2 paceñas de 600ml. Nos hablan de lo lindo que es Iquique, de lo caro que es comprarse un auto en Bolivia y del mal desempeño de Evo. 2 borrachos podrían decir lo mismo en Tongoy... pero con una Escudo y una empaná de pino CALIENTE.

Ayer jueves cruzamos la frontera sin saber en que país nos encontrábamos hasta que llegamos a Cuzco, el lugar más turístico que he visto en mi vida. Te atienden como rey y te persiguen para que les compres bufandas y gorros. Por lo menos aquí hay cultura gastronómica.
Anoche nos quedamos en una pieza con baño privado limpio y televisión con cable. Vimos tele hasta las 3 de la mañana.
Este finde vamos a carretiar como corresponde y quizás el lunes o el martes vamos a Machu Picchu.Ojala el turismo no arruine las ruinas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

que buena poder leer por aqui por donde ya va y en que vola andai
sigue escribiendo
un abrazo
carla

pablo dijo...

d