jueves, 24 de febrero de 2011

Impresiones

En Potosí marchaban con asombroso orden las distintas juntas de vecinos, cooperativas, cholas y agrupaciones de toda clase en dirección a la plaza principal clamando "NO AL TARIFAZO, EL PUEBLO TIENE HAMBRE" y así como llegaron se fueron. Sin disturbios ni desmanes típicos de las violentas manifestaciones de descontento en Plaza Italia.
Sin embargo el sábado nos mostró una faceta diferente. La lluvia cálida y fina instaló el ambiente húmedo del Carnaval Minero. El Tío (diablo, dueño de la mina) bajó del Cerro Rico, celebrado por los bailes borrachos y coloridos de las Cooperativas Mineras. Entre bombitas de agua, espuma, y comida típica, el pueblo se apiñaba en los pobres cerros a disfrutar el desfile de las surreales diabladas que bailaban al ritmo de bombo, caja, tuba, trombón y trompeta.
La lluvia continuó durante todo el día y cuando nos fuimos a dormir aun faltaban por desfilar unas 20 Cooperativas.
Hoy domingo abandonamos el pobre, rico, bello y feo Potosí para desembarcar en Sucre, otra Bolivia, limpia, blanca y de clase alta pero siempre escupiendo sobras humanas.
Sucre me recuerda, no se por qué, un poco a Bahía Blanca, por ciertos barrios, calles y casas y por sobre todo, como en toda Bolivia, por las casas de ladrillo al descubierto sin terminar de construir, como en Ángel Brunel 679.
Nos instalamos en un un precioso y antiguo hostal de 200 años con balcón hacia el mercado. Desde allí pude pasar horas observando el organico moviemiento de la ciudad, su aroma a comercio, su psicodelico color y y la armonioso barullo de bocinas, gritos, silbatos, radios, pregones y risas.

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