lunes, 21 de septiembre de 2009

Fonda

No se cuantas horas llevaba caminando, arrastrando los pies por el desierto más seco del mundo. El sol del norte erosionaba mi piel y ya no había más saliva que tragar. Eso de los espejismos es mentira, daría lo que fuera por ver un oasis, aunque fuese pura mentira, ni siquiera serpientes venenosas hay por aquí. Entones levanté la mirada y el Inti atravesó mi cerebro dejándome en animación suspendida. Un sutil levantamiento de arena trajo el murmullo de tambores y bajas frecuencias. Distinguí bombo, platillos y tuba. Al poco rato apareció una caja, trompetas y trombones. Un demonio pasó a mi lado seguido de un contingente de bailarinas y la orquesta de bronces develando la diablada en su máxima expresión. El murmullo pagano se alejó con un segundo remolino de arena y yo caí rendido en el pasto. En el escenario de al lado comenzaba un concurso de cueca y el Tita me ofrecía mote con huesillo.

2 comentarios:

V dijo...

Algún día seré una de esas bailarinas :) El próximo año quizá, cuando tenga un real 18.

V dijo...

acabo de ver los cavernicolas del banco estado! taban buenos... pero tu eres el mejor.