jueves, 19 de febrero de 2009

Deberes de autor

Cuando fui a Milena por cuarta vez lo hice acompañado de Alex, un viejo amigo arquitecto y amante de las artes. Siempre estuvo fascinado por las historias que le contaba sobre Milena, pero lo que más lo motivaba a visitar la isla era poder conocer al poeta Kondor, del cual ase había hecho su fiel admirador desde que volví de mi primer viaje con algunos de sus manuscritos.
Lo primero que Alex notó fue que a pesar de ser manuscritos estos presentaban una muy prolija y bella encuadernación, cada uno con un estilo diferente.


El día que llegamos a Milena Alex no se detuvo a mirar los puentes, los templos, los canales, no prestó atención a los músicos callejeros, a las bellas nativas. Insistió fervientemente que le presentase al poeta. Sin más rodeos lo hice.
Kondor, felz de que su obra halla cautivado a un extranjero, nos invitó a pasar a su departamento, espacio de un solo ambiente decorado con toda clase de bellos objetos rescatados del basurero.
Botella de vino tras otra fue pasando la noche con una cálida conversación hasta que Alex manifestó el real motivo de su visita.

-Sería un honor para mi y un privilegio para mi gente poder publicar tus obras.
-¿Publicar?
-Sí, publicar, hacer copias, distribuirlas y venderlas en todos los rincones del mundo; se traduciría a cientos de idiomas.
-Me halaga tu entusiasmo y me impresiona tu magnifico plan, pero me temo que no se puede realizar.
-¿Por qué no? mi editorial correrá con todos los gastos.
-¿Incluso con la desvalorización de mi obra?
-¿A que te refieres?
-Estos manuscritos que recibiste por medio de mi amigo no son borradores, son la obra en sí, son únicos, sólo tu los tienes y nadie más los ha leído así como tu no has leído y probablemente nunca leas los mas de cien que ya he regalado. ¿Qué valor tiene una copia de la Mona Lisa? ¿por qué alguien pagaría por algo que yo regalo de mis propias manos y cuyo valor al ser único es incalculable? ¿qué sentido tiene traducir mis versos al chino si pierde la música y la lógica con que fue concebido? esa traducción sería la obra de otro poeta.
-Pero piensa en los derechos de autor ¿cómo protegerías tu obra?
-¿Protegerla de qué? una vez que mis libros están listo ya no me pertenecen ni me interesan, sólo mi firma en la tapa dan cuenta de mi vinculación con la obra. ¿De qué derechos de autor hablas? un autor tiene derecho a ser y hacer lo que se le plazca, un autor tiene derecho a no ser esclavo de su obra, un autor tiene el deber de regalar su talento a la gente.
-Pero si nunca vendes tu obra ¿de qué vives?
-Tengo la suerte de haber nacido en Milena y, como todos los habitantes de esta isla, mientras siga cumpliendo mi deber como autor, nada me faltará. Y si no viviera aquí me las tendría que arreglar trabajando de lo que sea, pero nunca vendiendo lo incalculable.
-Si es así, te propongo un nuevo plan: tu sigue produciendo y yo me encargaré de que tus libros, originales y sin copias, recorran el mundo dejándose leer. Si es necesario enseñaré nuestra lengua al que no la sepa para que pueda disfrutarlos.
-Me temo que eso tampoco lo puedo permitir, tu misión en la vida es satisfacer tus deseos y no los míos. Te invito a que te vayas y lo hagas ahora mismo.

Y así fue. Kondor y yo despedimos a Alex con un fuerte abrazo. Ninguno de los dos lo volvimos a ver.
De vez en cuando recibo postales de distintas partes del mundo pero nada dicen. Hace unos días recibí una carta donde me cuenta que se instaló en un pueblito del sur,abrió una escuela de música, se ha casado y es feliz. Yo también estoy feliz por él y me pregunto si alguna vez descubriré cual es mi deber.

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