domingo, 25 de octubre de 2009

Apátrida

Cuando llegué a Santiago no entendía nada. No sabía por qué el cielo era gris, no podía descifrar el lenguaje de la calle, no entendía por que le decían completo al hot dog y tampoco podía comerlo. Cuando llegué a Santiago no entendía eso de ir al colegio en una liebre, no podía descubrir por qué las teleseries estaban en guerra y no entendía por qué la gente se llamaba Parraguez, Aguirre o Soto. Cuando llegué a Santiago no entendía por qué todo era tan diferente e igual. Cuando me fui de Santiago no entendía por qué me estaba yendo.

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