No se que salió mal, desperté e hice mis cosas como cualquier día. Salí a la calle y sospeché algo raro, era un día denso, húmedo. Parecía que iba a llover. En la calle todo el mundo parecía estar cansado, todos parecían desconfiar de todos, todos tenían dudas en sus frentes, todos me parecían extraños. Todos. No supe de que se trataba hasta que llegó la noche. Por sobre las montañas y entre los edificios se asomó la Tierra mostrando con un belleza inimaginable el extremo sur de América, aquel resplandor azul que daba a la noche un tono de ensueño, sacado de la más fantástica película. No se que salió mal.
Tanta belleza entristecía a la humanidad, recordándoles donde están y a donde no pueden volver.