miércoles, 24 de octubre de 2007

Camino Viejo

Él se regaló 3 noches en el Cajón del Maipo. No fueron 3 noches cualquiera, fue un sinlugar, un sinclima, un sintiempo. Fue simbiosis, fue compartirse con la naturaleza, con las estrellas, con el agua, con la brisa, con los susurros, con los espíritus.
Él hizo las pases con sus demonios, vomitó sus venenos, limpió sus pulmones y cambió su piel. Ya no le temía al mundo ni a sí mismo. Era hora de volver y comenzar a cambiar las cosas de una vez por todas.

El Viaje en micro fue hipnotizante; la ciudad entonaba cantos gloriosos con sus ruidos más amorfos. Todo tenía sentido.
ël se bajó en la esquina y caminó media cuadra hasta llegar a su casa.
El tendido eléctrico vibraba en una frecuencia levemente audible y el arce japonés estaba en su máximo verdor. Pero él no pudo entrar, la llave no quería girar. Él aún no había regresado, se había ido para siempre, esa ya no era su casa.

Él ahora camina por el desierto de Atacama siguiendo las huellas del Rey Sol, confundiendose cada vez más con el paisaje hasta desaparecer completamente. Mientras tanto su memoria revisa las fotografías de los últimos tres días.

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